El mundo necesita más optimismo
- Jocelyne Quintana

- 9 feb
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 16 mar

En algún momento, muchos hemos pensado que los optimistas son ingenuos y que los pesimistas tienen razón. Después de todo, ¿no es la ciencia un campo donde se desafía todo, se cuestiona y se prueba una y otra vez hasta encontrar la verdad? Solíamos creer que el escepticismo es la base del avance. Y sí, en parte lo es. La ciencia busca desmontar teorías, sosteniéndose de un ingrediente esencial: la esperanza.
Sin esa chispa de optimismo, ¿quién seguiría intentando? Algunas de las mejores mentes han dedicado su vida a una sola pregunta sin conocer la respuesta. Siguen adelante porque creen que, en algún rincón del futuro, esa respuesta puede existir. Si se rinden, las posibilidades desaparecen.
Este optimismo ha sido clave para los avances que hoy damos por sentados. En los últimos 30 años, más de 1,000 millones de personas han salido de la pobreza extrema y la mortalidad infantil se ha reducido a la mitad. Las energías renovables ahora representan casi el 30% de la electricidad mundial, y en países como Dinamarca ya superan el 50%. Pero aún hay grandes desafíos por resolver.
El optimismo debe llevarnos a la acción
No se trata de un optimismo ingenuo, de creer que todo mejorará por sí solo. Aclaro, ese tipo de “optimismo" es peligroso. Lo que necesitamos es un optimismo práctico, uno que nos impulse a actuar. Los problemas son grandes, pero también están en nuestras manos para resolverlos.
Aquí es donde entra la innovación. Si miramos los desafíos ambientales, la innovación no es solo una opción: es nuestra mejor herramienta.
En los últimos 20 años, las emisiones de CO₂ han seguido aumentando, pero también han surgido soluciones disruptivas. La energía solar es 89% más barata que en 2010, lo que la hace más accesible que nunca.
Empresas como Tesla o BYD han acelerado la adopción de vehículos eléctricos, reduciendo la demanda de petróleo. En 2023, las ventas de autos eléctricos superaron los 14 millones de unidades, un récord histórico.
Países como Holanda han logrado reducir el uso de plásticos de un solo uso en un 70% en solo 4 años con regulaciones e incentivos inteligentes.
No podemos esperar a que “alguien más” lo resuelva. Se trata de asumir la responsabilidad, de ver los desafíos como oportunidades y de poner manos a la obra.
Optimismo práctico
El optimismo pasivo es como un niño esperando regalos en Navidad: confía en que recibirá lo que desea sin hacer nada. El optimismo práctico, en cambio, es el de quien sueña con construir una casa en el árbolpensando: “Si consigo madera, clavos y convenzo a algunos amigos, podemos hacerlo realidad”.
Este optimismo tiene muchas caras: urgente, pragmático, realista. Es el que nos empuja a actuar incluso cuando las condiciones no son perfectas. No solo espera lo mejor, trabaja para conseguirlo.
A diferencia del pesimismo, que siempre encuentra excusas para no avanzar, el optimismo práctico mueve la meta hacia adelante con cada acción concreta.
En África, iniciativas como Zipline están usando drones para entregar medicinas y vacunas a zonas remotas, salvando miles de vidas.
El costo de secuestrar carbono ha caído un 50% en la última década, acercándonos a un punto donde será viable combatir el calentamiento global de forma masiva.
Innovación para el futuro: lo que está por venir
¿Por qué ser optimista en medio del caos? No se trata de ignorar los problemas, sino de reconocer que el progreso es real.
En 1990, casi 40% de la población mundial vivía en pobreza extrema; hoy es menos del 9%.
En salud, tecnologías como CRISPR han permitido editar genes para tratar enfermedades hereditarias.
La producción de carne cultivada en laboratorio ha pasado de costar $330,000 por hamburguesa en 2013 a menos de $10 en 2023, reduciendo el impacto ambiental de la industria ganadera.
Pero no podemos caer en la complacencia. Aún queda mucho por hacer y la innovación debe acelerarse. El cambio que necesitamos está cerca, pero depende de nuestra voluntad de empujarlo con la energía y urgencia necesarias.

Seis claves para un optimismo práctico
Grandes desafíos, grandes solucionesAunque enfrentamos retos ambientales significativos, algunas tendencias están avanzando en la dirección correcta. Sin embargo, en manos irresponsables, estos avances pueden interpretarse erróneamente como una señal de que "no es tan grave, todo está bien".
No todo es inmediato, pero todo importaAunque el cambio climático no nos extinga como especie, sus efectos multiplican los riesgos globales. Por ejemplo, las olas de calor han aumentado un 250% en frecuencia en los últimos 20 años.
El progreso no es perfecto, pero es realLa malaria mataba a más de un millón de personas al año en el 2000; hoy, menos de 600,000.
Nada es inevitable, pero todo es posibleEl futuro no es una predicción, sino una construcción. Depende de nuestras decisiones y acciones de hoy.
La complacencia no es una opción Es fácil distraerse o aflojar el paso, pero rendirse no es una alternativa.
No estás solo en esto: Miles de personas y organizaciones están tomando acción. En 2023, más de $1.4 billones de dólares se invirtieron en energía limpia.
La buena noticia: el optimismo es contagioso
Cada vez más personas y empresas están tomando acción para cambiar el mundo. No subestimes el poder de lo que tú puedes hacer. Lo que hagamos hoy marcará la diferencia.
¡Es momento de actuar con optimismo práctico!



.png)
Comentarios